De repente el mundo entero se paró y nuestras vidas quedaron en suspensión. La situación, sin embargo, aunque quizás nunca vivida con esta magnitud y de manera tan global, no es del todo insólita. Cualquier situación que suponga una interrupción del flujo de la vida se convierte en una ruptura en la continuidad de las vidas de las personas: una enfermedad, una guerra, un accidente… La grieta por la que se precipita la fe en una pretendida vida segura y en la fortaleza de la humanidad se ha abierto en muchas ocasiones.
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